Los primeros minutos de su vida se convierten en una carrera despiada por la supervivencia. A diferencia de los humanos que nacen entre algodones y cuya única amenaza antes de ser entregados en los protectores brazos de la madre es la palmada del cirujano, las tortugas tienen ellas mismas que romper su caparazón y después emprender una huida hacia el agua mientras cientos de aves carroñeras se ciernen sobre ellas.
Las tortugas han sufrido desde siempre la misma dramática amenaza, la primera lección de sus vidas, pero más recientemente están aprendiendo otras.
El calentamiento global lo está trastocando todo, desastres naturales, icebergs que viajan hacia su derretido final, especies en peligro de extinción, alteración de la cadena alimenticia, amenaza a los corales y ahora alteración sexual de las tortugas.
Es sabido que el sexo de las tortugas lo determina la temperatura de la arena, si la arena se calienta, nacerán solo hembras. Una población en la que solo eclosionan huevos de un mismo sexo, es una especie -de nuevo- en vías de extinción.
Esto es exactamente lo que está ocurriendo en Australia, donde el gobierno ha determinado medidas para proteger sus fondos marinos para mitigar el impacto del calentamiento global. El plan se concentra en la protección de tres grandes amenazas:
- El aumento de la temperatura del mar.
- El tráfico de barcos de diferente calado.
- El vertido de fertilizantes en las aguas.
Temperatura del mar
Se están derritiendo los glaciares aumentando el nivel del mar en tres milímetros cada año desde la lectura de 1991.
Cuando la temperatura del agua aumenta por encima de los niveles habituales el alga que rodea los corales y que es la que les da color y alimento se desprende, lo que provoca que el coral se vuelva blanco y quede desprotegido.
La dimensión en los daños del aumento consecutivo de volumen de agua y temperatura no presagian nada bueno, si esto continúa así durante los últimos años.
En el año 2004 se logró un reconocimiento gubernamental para Australia como zona de coralina protegida contra los pescadores y furtivos.
David Souter, director del Centro de Investigación del Arrecife y del Bosque Tropical (Reef and Rainforest Research Centre) dijo:
"Es muy difícil hacer predicciones sobre los impactos específicos del cambio climático"…,"Si reducimos las presiones no relacionadas con el cambio climático y adoptamos estrategias de gestión innovadoras, mitigaremos algunos aspectos del cambio climático, podremos mantener comunidades diversas del arrecife a corto plazo y daremos a la Gran Barrera una mayor posibilidad de sobrevivir a largo plazo".
Pesca furtiva y trasiego de embarcaciones.
Este plan de seguridad vela por la totalidad de la Gran Barrera de coral pero establece una protección extraordinaria para un 33% del área, once millones de hectáreas, y ofrece fórmulas para paliar los efectos negativos que la medida tiene para los pescadores y los recolectores de cangrejos.
La Gran Barrera también sufre el tormento del paso constante de miles de barcos. Según las últimas estadísticas disponibles (del año 2004), casi 60.000 barcos de recreo están registrados en la costa de Queensland; además de los 1.500 operados por el sector turístico y 1.000 de pesca comercial. Y las cifras siguen subiendo debido al crecimiento de la industria minera australiana y de sus exportaciones a Asia.
Los fertilizantes.
La experta australiana Katharina Fabricius, del Instituto Australiano de Ciencias Marinas mencionó para La Vanguardia [18/028/2010]:
"En algunas zonas la polución del agua por los fertilizantes usados por los granjeros hace proliferar las algas hasta tal punto que están anegando los corales".
La elevada presencia de algas mata algunos tipos de coral por lo que no sólo se está reduciendo el tamaño y el número de arrecifes, sino también su biodiversidad. La cantidad de algas se ha multiplicado por cinco y la calidad del agua está por debajo de lo aceptable en un 22% de los arrecifes, según cálculos de este instituto, que cuenta con datos recopilados en más de 2.000 puntos de 150 arrecifes desde 1992.
En resumidas cuentas: el cambio climático es una realidad mesurada y testada, ya no es una especulación. Las medidas para combatirlos son insuficientes y los datos se ven desde la perspectiva comercial simplemente como una amenaza económica. El hombre se ha vuelto cada vez más egoísta al pensar que nuestra vida es breve y hay que obtener el mayor provecho personal que sea posible ¡ahora!, sin tener en cuenta las consecuencias futuras, quizá sea el desvanecido concepto de futuro si pensamos en 50, 80 o 100 años, pero la realidad es que los daños están acortando las estimaciones de tiempo y superando todas las previsiones. Quizá no duremos tanto tiempo.
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