jueves, 12 de agosto de 2010

BAYAS TIBETANAS

imagen correspondiente a la página: cienporciennatural.com

imagen tomada de: vanitatis.com


Bayas de GOJI.

Las modas transcienden al sector alimentario. En un momento de nuestra sociedad en que se rinde culto a casi todo lo que nos rodea, también el culto al cuerpo ha encontrado su lugar. Ya lo decían los epicúreos hace más de 3.000 años: “comamos y bebamos porque mañana hemos de morir”.

La cada vez más empobrecida visión de futuro ha conducido a cientos, miles de personas hacia nuevos hábitos alimentarios supuestamente preservadores de la salud y la longevidad. Un artículo alimenticio envuelto en una áurea de misticismo y fraseología seudocientífica puede crear una atmósfera de credulidad y aceptación que se propague con rapidez entre todos aquellos que desde años buscan el elixir de la eterna juventud, la panacea del bienestar.

Acudí a una casa de alimentos -un Herbolario-. El dependiente me aseguró que tenía los originales -las que tienen la etiqueta en chino con un sacerdote budista vestido de vaporosas gasas rojas-. Después me contó que en una película, cuyo título no recordaba, el actor comía estas bayas en su desayuno y que desde entonces habían proliferado sus consumidores, pero también sus imitadores. Luego me dio una octavilla, impresa dos años atrás, con todos los atributos de las bayas -hasta 34 de ellos- y propiedades deseables para el organismo. [Según el instituto biológico] [Boletín - Invierno 2008 págs. 1 - 3] Era tan bueno para tantas cosas que, me pregunto, cómo hemos podido vivir hasta ahora sin ellas.

El sabor.

Una vez en casa con mis 250gr. de semillas rojas, intenté imaginar que me refrescaba con la brisa del Himalaya, creí escuchar las campanas de los ruegos y alguna enorme trompeta tibetana soplada por los brahmanes.

El sabor, una textura que recuerda las pasas, pero más ásperas, con un ligero regusto dulzón al final del paladar. Si comes más de 20 o 30 semillas, te entra un malestar en el cuerpo que te dan ganas de ir a China con la ametralladora de Rambo..., aunque bien pensado es una muy buena oportunidad para leer "Los pilares de la tierra" de una sola sentada, en el water, por supuesto.

Por supuesto cada uno puede creer lo que quiera ya que muchas veces ni todo es verdad, ni todo es mentira.

En el caso de las bayas de Goji, como ya ocurrió con la soja, el maracuyá, el cilantro, el Ginseng y otros exóticos alimentos supuestamente milagrosos y afrodisíacos; en estos casos, la mayoría de la gente, simplemente se deja llevar.

Lo ha dicho una revista, una vecina, una reseña de un programa de televisión matinal…, todo reviste cierto cariz de autenticidad y rigor, aunque en poco tiempo surgen las dudas: ¿realmente tiene este alimento las propiedades que se le atribuyen? ¿No habrá detrás de todo ello ciertos intereses comerciales? ¿Existe algún documento científico o médico que lo avale?

Si las auténticas bayas recolectadas en el Himalaya con su sello de denominación de origen son tan buenas, ¿por qué no las toma el Dalái Lama?

Cuando uno se comportaba como un bobo que se dejaba engañar por cualquiera, mi abuela tenía una frase que lo identificaba “Te has dejado engañar como a un chino”.

Seamos realistas, los Chinos son Chinos, pero no son tontos y esta vez han sido ellos los que nos han engañado a nosotros.

Ver artículo de La Vanguardia 12/08/2010 "Las bayas tibetanas, sin demostrar sus virtudes, cautivan al consumidor"


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