Entre los más de 2.500 expositores, se incluyen al menos 17 catalanes, lo cual puede darnos una idea del impulso que se está dando a la agricultura ecológica. Cada año visitan la exposición más de 45.000 asistentes profesionales de aproximadamente 150 países.
Todos los visitantes tendrán que pasar por el filtro de la [IFOAM] Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica] la cual aplica elevados criterios de Quality Control para los productos que se exhibirán.
En otras ponencias se tratarán muchos temas sobre el comercio justo y la sostenibilidad.
BioFach realiza eventos periódicamente en los cinco continentes, y en todos esos lugares, como Japón, Estados Unidos o la India, cada vez más personas se sienten afines con la calidad y la salud del cultivo ecológico.
Se podría decir que lo que ahora llamamos agricultura ecológica era lo mismo que nuestros abuelos practicaban hace cien años en estas mismas tierras que rodean nuestras ciudades. Ellos nunca emplearon plaguicidas ni pesticidas, no existían containers para residuos orgánicos, porque toda la comida que sobraba -si es que sobraba algo- se la comían las gallinas, los cerdos, los conejos o cualquier otro animal de granja. Los insectos eran controlados de manera natural por las aves que la caza indiscriminada ha conducido hasta casi su extinción. No había patologías derivadas de componentes químicos agresivos ni se vertían sustancias nocivas en las aguas, las capas freáticas de nuestras tierras estaban limpias y los nutrientes nitrogenados procedían de las defecaciones de los animales y no de un saco con frase erre de alta toxicidad de 15 x 15 x 15 equilibrado de hierro, fósforo y potasio.
Las plantas, las flores, eran hermosas incluso con su abeja gozando de un mullido colchón de polen. Hoy para garantizar que los insecticidas no dañan la vida de las abejas se tiene que multar a los aplicadores fitosanitarios y fabricantes que no respetan las normas.
Nos ha de costar más un kilo de tomates ecológicos que aquellos que maduran en las neveras y que hay que lavar hasta con lejía porque no sabemos con qué los han pulverizado para que no tengan una mancha, sean todos exactamente iguales y tengan el mismo característico sabor a porespan.
Sin hablar en esta columna de los Transgénicos ni de porqué se muere tanta gente de cáncer…,sin turbar nuestro ánimo hasta rozar la obsesión…, podemos decir que al menos es interesante que se celebre una macro exposición sobre cómo volver a los orígenes, de porqué la manera en que nuestros abuelos cultivaban la tierra sin las modernas y robóticas maquinarias actuales era, menos productivo, pero más sano, más confiable y de frutos más sabrosos. De aquellos tiempos en que un tomate no parecía un tomate, sino que ERA un tomate.
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