La literatura está repleta de puntos de libro en los que una rosa roja marca la página del más bello poema de amor.
Reputados horticultores y eruditos botánicos han difundido la idea de que algunas de las rosas más hermosas del mundo se cultivan en África, especialmente en Nairobi, Kenia. Rosas tan evocadoras y de fragancias tan intensas que harían batir los dedos de nuestros pies como aleteo de mariposas mientras nos elevamos hechizados por su aroma.
Un estudio ha determinado que el cambio climático ha aumentado el aroma de las flores, especialmente de las Rosas.
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Lo que muy pocos saben es que originalmente las rosas nunca habían sido rojas, ni las de Nairobi ni las de ningún otro lugar. Los rosales no han crecido con el gen que produce la pigmentación roja. No fue hasta 1930 en que una mutación genética produjo las vivas tonalidades rojas desde el intenso terciopelo a los tonos granates y oscuros del vino tinto.
Desde hace mucho tiempo científicos y biólogos de diferentes lugares del mundo han experimentado con un nuevo gen, La Delfinidina. Este nuevo dato genético podría de manera “natural” pigmentar los pétalos de las rosas para que fueran azules.
Muchos Enólogos e investigadores de los frutos de las vides han comprobado que el consumo moderado de vino en las comidas es beneficioso para el organismo, precisamente por –entre otros- el efecto antioxidante de la Delfinidina.
Las Delphinium son un género de plantas de tonos azules que engloba más de 250 especies, entre ellas, algunas de las más atractivas se encuentran en la alta montaña tropical de África.
Después de largo tiempo de investigación genética en importantes laboratorios de Biotecnología ubicados en Australia y Japón, por fin para el año 2004 se consiguió la ansiada Rosa Azul. Todavía hoy se continúa trabajando con el gen para obtener una tonalidad más intensa.
Otro gen que enrojece los frutos de la tierra y de gran provecho en la alimentación es la Antocianina, que pertenecen al extenso grupo de flavonoides y glicósidos.
En cualquier caso, e independientemente de los beneficios para la salud de determinados genes o pigmentos, lo cierto es que no hay nada tan evocador como una frágil y temblorosa Rosa roja en tus manos repletas de te quieros. De reencuentros, despedidas y primeras veces. De añorados pasos hasta la amada puerta sonriente y de un hasta siempre.
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