jueves, 7 de enero de 2010

Escrito en el ECO de Sitges


ARTE Y BASURA

Su verdadero nombre era Doménikos Theotokópoulos. Posiblemente para la España de 1577 resultaba más sencillo llamarle EL Greco y él lo aceptó.
Aunque sus obras fueron reconocidas como algunas de las más importantes de la época y considerado después como precursor del cubismo y del impresionismo, EL Greco sufrió su primera gran decepción cuando al monarca Felipe II rechazó los trabajos que le había encargado porque no le gustó verse a sí mismo, una persona viva, dentro de una alegoría histórica. Con ello se desvaneció su oportunidad para hacer carrera en la corte y aportar sus novedosas creaciones para el monasterio del Escorial.

Salvando el tiempo y las distancias y después de una madura y prolífica obra de reconocimiento mundial, si el Greco viviese hoy, volvería ha llevarse su segunda gran decepción al ver el monumento erigido en su nombre rodeado de containers y basura.

Fue el 29 de agosto de 1898, hace ahora 110 años, o los hará este verano, cuando se inauguró en el paseo de la Ribera de Sitges el monumento a EL Greco, obra del escultor Josep Reynés. Cien años después y en homenaje a la influencia del maestro en la pintura modernista se organizó una exposición con los cuadros adquiridos por Santiago Rusiñol en París junto a las obras de la colección del Cau Ferrat. Todo ello rodeado de diferentes actos conmemorativos y conferencias.
Miles de turistas se han hecho la foto a los pies de la estatua con la Punta de fondo y un pequeño parterre ajardinado de vivaces que añadían una cálida imagen para los recuerdos.
Hoy todo esto parece haberse olvidado y simplemente por un problema de infraestructura, mobiliario urbano inadecuado o falta de sensibilidad artística, se ha rodeado la estatua de basura.
En la ciudad de Manhattan alguien encontró en un cubo de basura una obra del artista mexicano Rufino Tamayo. El cuadro Salió a subasta el pasado mes de noviembre de 2007 con una previsión de puja de algo más de 800.000 euros.

Hay una gran diferencia entre encontrar fortuitamente una obra en la basura y rodear a una obra de arte con basura. La primera opción puede llenarlo a uno de alegría, pero la segunda lo llenaría de tristeza.
Y es triste que en una ciudad tan hermanada con la cultura como Sitges tengamos que sucumbir a la vulgar y rutinaria imagen de la basura ahogando el arte.
Publicado el 6 de diciembre de 2008. pág.6

Manuel Julián

Ex-Maestro Jardinero y Ciudadano de Sitges

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