domingo, 3 de enero de 2010

Parte 2. CONCEPTOS



Conceptos erróneos sobre el cuidado de plantas

• ¿Porqué he decidido tener una planta en casa?.
• ¿Qué necesito saber para cuidarla?.

La mayoría de la gente tiene el concepto de que la jardinería es algo complicado y que hay que dedicarle mucho tiempo, el cual cada vez escasea más si tenemos en cuenta la vida ajetreada que casi todos llevamos. Pero como nosotros no vamos a gestionar el mercado de la flor de Vilassar de Mar ni a segar el green de ningún campo de golf, intentaremos a partir de algunas premisas básicas salvar las distancias que intenten alejarnos obstinadamente del mundo de la jardinería.
Si hay algo que nos pueda resultar creativo, relajante y que pueda ofrecernos resultados satisfactorios, esto es la jardinería. Pero debemos sentirnos atraídos por ella para que ella no pierda el interés por nosotros.
Por ejemplo: Si a mí me regalan una máquina de hacer helados, estoy seguro de que ni siquiera me leería las instrucciones porque: es un armatoste que me ocupa sitio, no tengo tiempo y además no me gustan los helados.
Lo mismo podría ocurrirnos con una planta; si la vemos como un artilugio que nos ocupa sitio, no tenemos tiempo de mirarla y encima nos amenaza con morirse si no la regamos, el primer contacto que tengamos con la jardinería puede convertirse en algo tan tedioso y aborrecible que mientras barremos todas las hojas secas que se han esparcido por el suelo acabemos diciendo a quien tengamos al lado: -recuérdame que nunca más compre una planta-.



En 1996, hace ahora apenas doce años un japonés con mucho ti
empo libre llamado Aki Maita creó un “inofensivo” juego que con el tiempo causaría algunos de los peores traumas entre la población infantil. Se trataba del Tamagotchi, un llavero al que había que alimentar y cuidar como habríamos hecho con un simple perrito, aunque en este caso solo se trataba de una mascota virtual. Cuando el llavero “se moría”, los pequeños se sumían en una gran depresión, de la que no podrían recuperarse ni en el último reset.
En cierto modo, como con el Tamagotchi, todos nos hemos enfrentado a la decepción de que pese a lo mucho que nos habíamos implicado y la ilusión que teníamos por ver crecer nuestras plantas hermosas y saludables, algo misterioso e inexplicable había terminado por arruinar nuestras expectativas.

Por lo tanto el primer concepto que deseamos subrallar es que aunque el comprar una planta no es “la gran decisión de nuestra vida” conviene saber antes [por qué] la queremos, lo cual es mucho más importante que el [para qué] la queremos.
¿La queremos simplemente para hacer bonito, para tapar algo, para crear cierta atmósfera?…nos estamos equivocando, para eso ya está el señor Älmhult, Småland cuando en 1943 fundó la industria IKEA.
Necesitamos descubrir el por qué. ¿Qué me trasmite la planta, por qué la necesito, por qué estoy dispuesto a cuidarla?.
Después de este sencillo ejercicio seguro que encontraremos sobradas razones para averiguar cómo se llama, cuanto vive, qué agua, qué abono, el cuando y el cómo.
En la última revista Fitnessprojects de marzo de 2008, la nº 6, se decía que el promedio de edades de los trabajadores de Farmaprojects era de 32 años, por lo tanto ya no somos unos niños que jugamos con un llavero virtual, pero la jardinería puede rejuvenecernos y hacernos sentir vivos, sobre todo porque plantar y ver crecer algo puede convertirse en lo más auténtico que podríamos haber experimentado hasta ahora.
El segundo concepto es: no hay que tener miedo, solo hay que saber lo que queremos.
Al igual que otros organismos vivos, las plantas reaccionan a todo lo que les rodea, un ejemplo de ello lo encontramos en la Alacia Sensitiva. Cuando pasamos los dedos entre sus hojas, estas se cierran como si quisieran acariciarnos. Podemos acortar distancias si sabemos cómo se llaman. Para ello debemos recordar que el nombre de todas las plantas conocidas se encuentran registrados en latín. Una aromática muy común es conocida en Cataluña como Espígol, pero en otras regiones de España se le llama Espliego. Sin embargo para obtener una de ellas en cualquier lugar del mundo, el nombre que usaremos se escribirá en latín y pediremos una “Lavandula Angustifolia”. Seguro que el nombre de Lavanda nos es conocido por el amplio uso que se ha hecho de la planta en jabones y perfumería. Ahora que ya sabemos como se llama y que pertenece a una amplia familia llamada Labiades, podemos seguir las indicaciones de la nota plastificada que encontraremos al pie de los tallos y que nos guiará en cuanto a la frecuencia de agua y abono y también su correcta ubicación al Sol o a la sombra.
Para otras indicaciones podemos acudir a un experto o consultar alguna de las 294.000 referencias que aparecen en internet.
Ahora que ya hemos perdido el miedo a que se nos mueran las plantas y nos hemos convertido en unos seudoexpertos en la materia, necesitamos potenciar una cualidad que además puede ayudarnos en cualquier otra tarea y ocupación privada y social como es “La Constancia”.
Un concepto erróneo es confundir la constancia con la rutina. La rutina conlleva la idea de obligación y aburrimiento. Suena el despertador: lavabo, tostadora, armario, bolso, llaves, transporte, reloj, inicio, mis documentos, correo, bostezo, llamada, reunión, reloj, café, día nublado…
La constancia en jardinería es fundamental, piénsalo por un minuto; ¿Bebemos agua todos los días, comemos todos los días?; las plantas también lo hacen, pero cuando ya no se encuentran en su lugar, entonces dependen de ti.
La constancia se refleja en la física, en la química, en el universo. Hellen Keller, miembro del Real Instituto para Ciegos en el Reino Unido, dijo que “Podemos hacer cualquier cosa que queramos mientras nos mantengamos firmes en lograrlas durante el tiempo suficiente”.
Recuerda:
• Necesitamos saber el por qué.
• No hay que tener miedo.
• La constancia en jardinería es fundamental.

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