Transcurren los días como gotas sobre el cristal.
El tiempo se encoje para empujar sus manecillas.
Sobrevuelan las aves transportando mis temores,
que flotan sobre un cielo aguado.
Y de todo ello tengo la certeza
de que siempre amanece sobre desoladas noches.
Amanece sobre mis párpados agotados
sin respuestas, sobre mis gemidos no expresados.
Pero se que mientras las horas
caminan con paso trémulo,
todo lo que he vivido me hará más fuerte.
Lo que hoy comparto,
lo que no he sido capaz de decir en abrazos mudos e intensos.
Todo ello no tendría sentido
si no hubiese oído a un niño sonreír,
si un pájaro no se hubiera posado en mi mano,
una piedra rebotara en el espejo del agua
y mi corazón no agradeciera a la vida
todo lo que me ha dado.
Le saludo sonriente, admirado,
porque todavía me permita proseguir,
que me ayude a apoyar mi mano sobre el papel
y un susurro sople sobre mis ojos cansados
las palabras que no encontraba:
voluntad, constancia y agradecimiento.
Manuel Julián
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