miércoles, 2 de junio de 2010

CURAR EL ESPÍRITU



He estado esta semana leyendo uno de los libros del Dr. Edward Bach: "Remedios florales". 12ª Edición. Marzo de 2009.
El libro recoge algunas de sus conferencias y estudios desde 1924 a 1936. Es muy interesante lo que dice sobre lo que pretendía con sus esencias:
..."un método para el trabajo de crecimiento personal y liberación de la consciencia..., de conducta y de pensamientos erróneos..., conducentes a desequilibrios sutiles pero poderosos; a la enfermedad". Pág. 11 introducción de Pedro López Clemente.
También es conveniente la lectura del Dr. Giraldo Nestor Motura “Aprende a curarte con Flores y Homeopatía”, para tener una idea más cercana a los estudios sobre remedios florales.

Desde sus inicios, el Dr. Edward Bach establecía que como seres humanos dotados de una parte física y otra espiritual, necesitamos curar antes el espíritu. Este concepto me lleva ha pensar en aquellos pacientes que no desean ser curados. Sus sentimientos y emociones están tan hundidos que su estado físico no se recupera porque su mente y su corazón no lo desean.
Esta patología es una verdadera tragedia social, quizá un subproducto del estrés diario, de los fracasos e incluso de las pérdidas y sufrimientos no superados.

¿Qué medicina puede curar el espíritu?

Soporíferos calmantes que hacen de la persona una pluma sin rumbo flotando en el devenir de los días. Pastillas para dormir, pastillas para despertarse, pastillas para ir, pastillas para venir. Daños colaterales en la flora intestinal a consecuencia de tanto antibiótico y la permanente sensación de no haber avanzado casi nada.

Ir sin mí.

Esta frase corta puede resumir el estado de sopor que padece una persona obnubilada por los tranquilizantes. Se les llama pacientes cuando en realidad han llegado hasta aquí porque se les ha acabado la paciencia. Las enfermedades del espíritu son acumulativas, fatiga, insomnio, angustia, remordimiento, decepción, pérdida de autoestima, abandono o incertidumbre. Cada uno de estos pesados lastres por sí solo tiene a menudo un efecto devastador en el organismo físico y mental, en el estado que llamamos espiritual cuando pensamos en el espíritu o la fuerza con la que hacemos las cosas.
Los remedios en cambio para estos estados carenciales pueden ser: la confianza, sentido en la vida, respuestas, alimento saludable, poco alcohol, ejercicio físico, buenos hábitos en el descanso, hacer cosas por los demás, iniciar actividades creativas, no ser inflexibles ni despiadados con nuestros errores, aprender de las pequeñas lecciones cotidianas, ser confiables, mostrar amor y fidelidad a los nuestros, vivir con sencillez, con lo necesario, sin obsesionarnos por lo que otros ambicionan, apreciar lo que tenemos sin angustiarnos por lo que no hemos obtenido ni lo que dejamos atrás, meditar en nuestras creencias y asegurarnos de ellas.
Miles de años atrás un sabio dijo:”…, nunca se inquieten acerca del día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes.”
Es algo así como no sumar nuestras preocupaciones de hoy con las siguientes, con las que se puedan producir mañana. En la época en que se citó esta frase, se empleaba una medida de longitud llamada codo. El codo era exactamente la distancia del brazo desde el codo hasta la punta de los dedos extendidos, unos 45 centímetros; pues bien, en el siglo I de nuestra era se dijo: “¿Quién de ustedes, por medio de inquietarse, puede añadir un codo a la duración de su vida?”.

Si pudiéramos medir nuestra vida en metros en lugar de minutos, seguramente llegaríamos a la conclusión de que 45 centímetros es poca distancia o quizá poco tiempo. Nuestras preocupaciones de ninguna manera alargan nuestra vida sino todo lo contrario, la acortan. Puede parecer difícil, y para ello necesitaremos fortalecer nuestra voluntad, pero debemos ser selectivos con nuestras preocupaciones. Si algo tiene solución ¿por qué preocuparse? Y si no la tiene, ¿por qué no aceptarlo y aprender a convivir con ello?.
"Cuando un paciente comete una equivocación espiritual, ello desencadena un conflicto entre el yo espiritual y el físico siendo el resultado final la enfermedad"
Dr. Edward Bach. Los Remedios Florales. Pág.60

Pasar página

Cuando peor se encuentra una persona, menos tolerante es con las frases hechas. Frases gastadas que se dicen cuando no sabemos qué decir o cómo decirlo. Posiblemente se trate de una mezcla de torpezas, falta de lecturas y meditación lo que provoca que alguien se adueñe de las frases de otro ante su incapacidad por expresarse: "Debes pasar página, borrón y cuenta nueva, no hacer una montaña de un grano de arena, no ahogarse en un vaso de agua, echar tierra en el asunto..., cómo podemos reconciliarnos con la vida y reavivar nuestro amor propio a través de frases que son simples estereotipos decadentes.

Necesitamos otro tipo de ayuda.

A todas estas reflexiones sobre recuperar nuestro yo espiritual y en consecuencia restablecer una medida razonable de bienestar físico ayudan los tratamientos homeopáticos y en este caso la aromaterapia.

Después de leer sobre las propiedades de las esencias del Dr. E. Bach, me doy cuenta de que las personas que conviven con nosotros durante este turbulento tiempo de crisis, conflictos familiares y apatía ante el futuro padecen muchas más dolencias y trastornos de los que podría imaginar y que aunque algunos son evidentes, otros no lo son. De entre estos últimos, los trastornos del ánimo o del espíritu se encuentran camuflados debajo de una apariencia de resolución por atender nuestras tareas cotidianas, es como un largo lunes que nunca termina y que hemos iniciado con la resignación de sentirnos atrapados en una espiral de rutinas y obligaciones.
Hay un punto que encuentro de especial interés sobre las conexiones entre las enfermedades espirituales y las físicas. Muy temprano en su carrera el Dr. E. Bach, lo promulgó durante una conferencia delante de la comunidad médico científica asistente en Southport [febrero de 1931]. Su discurso fue extenso, pero deseo mencionar unas frases:

“La ciencia de los anteriores 2.000 años ha considerado siempre a la enfermedad como un factor material que puede ser apartado a través de de medios naturales. Por supuesto, todo esto es rotundamente falso… El origen de la enfermedad no se encuentra a nivel físico, sino a nivel espiritual…un 100% de un conflicto entre nuestro yo espiritual y nuestro yo perecedero”

Para combatir estos conflictos de dualidad, El Dr. E. Bach inició sus experimentos con las siguientes plantas:

Impatiens Roylei
Mimulus Luteus
Clematis Vitalba
Cupressus
Cotyledon Umbilicus

Cada una de ellas se adaptaba perfectamente y con resultados satisfactorios a diferentes patologías. 80 años después estos remedios naturales todavía se emplean con éxito.



1 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen trabajo, Manuel! Sigue así. :)

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