Parte 11. PLANTAS DE INTERIOR.

Detalle de una hoja jaspeada de Ficus Benjamina

En todos los viveros e invernaderos encontramos una zona cubierta y sombreada –protegida del sol- aunque con luz abundante donde se exhiben las plantas de interior. Normalmente este es un espacio cuidadosamente diseñado para que además de luz, las plantas disfruten de un microclima estable y bien ventilado. Por supuesto en nuestras casas la zona interior puede variar por su iluminación y otros factores domésticos como la calefacción, el aire acondicionado, corrientes de aire, animales de compañía o su proximidad al cristal de puertas y ventanas.
Las plantas de interior no gustan de ser utilizadas como un mueble quizá como un biombo que constantemente cambiamos de sitio para tapar algo. En cierto modo las plantas ya experimentan un “trauma” al salir de su hábitat y tener que readaptarse a su nuevo entorno que no siempre es el ideal. Así es que mientras está reubicándose una vez más, no resulta nada apropiado volver a desorientarlas.
Las plantas se orientan buscando la luz [girasol] para cumplimentar su ciclo natural de la fotosíntesis, de ello depende la supervivencia vegetal y al igual que nosotros, también necesitan disfrutar de cierta estabilidad.
Cada planta de interior es distinta a las otras y cada una de ellas precisa de un cuidado personalizado y único en cuanto a riego, abonado, tierra, parásitos o limpieza de hojas.

Las plantas, incluidas también las que son de interior, nos alegran la vida. Para un enfermo o un convaleciente, el regalo de una planta puede llenarle de esperanzas y expectativas renovadas, el mismo color verde se asocia mentalmente a ello; donde hay verde hay vida.

Las variedades son muy extensas aunque algunas de las más conocidas son:

Aspidistra Aspidistra elatior

Croton Codiaeum variegatum

Diefembaquia Dieffenbachia spp.
Drácena Dracaena marginata
Ficus Benjamina
Potus Scindapsus aureus

Spatifilum Spathiphyllum wallssii

Tronco del Brasil Dracaena fragans

Quisiera destacar una de ellas, la Aspidistra. Fue adentrada en Europa hace siglos como una variedad que sobrevive con muy poca luz, lo que la hace ideal para los lugares más sombríos de nuestros hogares. Con unos rizomas que acaban desplegando sus hojas anchas y verdes, la Aspidistra puede vivir durante un largo tiempo si no descuidamos su riego y fue plantada en una tierra bien drenada. El tipo de abono -solo en verano- que más la nutre es el foliar, sus hojas lanceoladas -como puntas de flechas- brillan enseguida si les pasamos un paño húmedo para eliminar el polvo.

[A la derecha, imagen de INFOFLOR]

En patios y portales de toda España, la Aspidistra ocupa un lugar privilegiado incluso sobre poyatas alzadas a más de un metro del suelo.