viernes, 7 de enero de 2011

REPUTACIÓN






La primera vez que vi Jarrón con girasoles de Vincent Van Gogh pensé en lo que todo el mundo decía, que era un loco, un lunático que había muerto sumido en una extrema pobreza y que lamentablemente sus obras se valoraron mucho más a título póstumo sin recibir en vida el reconocimiento de su arte.
Los colores, el uso del pincel, los trazos, sin duda era alguien turbado mentalmente…, o quizá lo único que hice fue dejarme influenciar por otras opiniones.


Van Gogh murió en 1890 después de haber pintado 900 cuadros y unos 1600 dibujos.
Unos decían que tenía un trastorno bipolar, una especie de Jekyll y míster Hyde, otros que era epiléptico: bueno ya han pasado 119 años y hoy leo en un artículo del periódico que Van Gogh no solo no estaba loco, sino que desarrollaba su arte de manera metódica y disciplinada.
Yo también vi la película interpretada por Kirk Douglas y Anthony Quinn “El loco del pelo rojo”, basada en la novela de Irving Stone “Lust for Life”.
Sin embargo ahora la experta británica Ann Dumas, que prepara la exposición El auténtico Van Gogh: el artista y sus cartas, nos desmiente lo que siempre habíamos creído sobre Van Gogh.
No solo no estaba loco -en el sentido estricto de la palabra- si partimos de la premisa de que no entender el genio creativo de alguien o no entender su arte podría antojársenos locura. Quizá todo aquel que hizo algo diferente o siguiendo otro patrón de comportamiento, o incluso por su manera de vestir
o peinarse o a través de la música que compone o de la manera en que se expresa, podría ser un loco. Quizá todo lo que no sea normal sea una locura, o quizá los que estamos locos seamos todos nosotros cuando vemos sus obras como se vería un astrolabio en la edad media, un artilugio del diablo.

En cualquier caso el tema no es este, la verdadera cuestión es que durante más de un siglo se difundió la perniciosa idea de que Van Gogh era un demente que pintaba en medio de arrebatos intermitentes de enajenación mental. Sin embargo las cartas que serán expuestas en la Royal Academy of Arts londinense (del 23 de enero al 18 de abril del 2010) inducen a pensar todo lo contrario.
Era un artista metódico y concienzudo. La Royal Academy reunirá, junto a 65 pinturas y treinta dibujos, cerca de cuarenta cartas, escogidas, según Dumas, de entre el centenar que contienen dibujos mediante los cuales el pintor informaba visualmente a su hermano, Theo, del cuadro en el que estaba ocupado o que acababa de pintar.
Las cartas rebelan a una persona culta y amante de la literatura a quien apasionaba escribir. La mayoría de ellas eran dirigidas a su hermano y a otros familiares así como amigos del mundo del arte.


Quizá alguien piense que Dumas se equivoca, al igual que los equivocados podíamos ser nosotros cuando creímos a aquellos que destruyeron la reputación del artista describiéndole como un cuasimodo inadaptado que terminó suicidándose.


¿Por qué puede ser tan frágil la reputación de las personas?
¿Por qué habrá siempre alguien dispuesto a destruir en pocos instantes el trabajo de toda una vida?...

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