Era un hombre que se equivocaba mucho, no era simplemente porque hablaba muy deprisa, sino porque las predicciones metereológícas no son una ciencia exacta.
Un viento inesperado que arrastrará las nubes del firmamento hasta no dejar ni una podría desperdiciar un buen fin de semana si lo que se había anunciado era lluvia. Un buen día en cambio para los cazatormentas.
Los medios actuales para preveer estos cambios dejan menos margen de error, pero el meteorólogo es un ser apasionado de su ciencia, un paleontólogo que con un solo fragmento de una quijada de homínido es capaz de interpretar hasta el color de los ojos de su antiguo propietario, lo que comía, si era zurdo o vivía en manada, si andaba erguido o era creativo.
Atapuerca
Austrolopithecus afrensis
La Ciencia es para muchos otra creencia, otra religión en la que la fe rellena los huecos.
La NASA nos ha obsequiado con imágenes tan hermosas como dramáticas de cómo se forman los huracanes, ciclones o sunamis. Hace a penas cien años era impensable ver algo así desde el confortable sofá de casa, sin embargo hoy ese mismo sofá puede ser una trampa, un engaño si asistimos apáticos e impasibles al espectáculo del deterioro climático.
0 comentarios:
Publicar un comentario