


Como diría mi abuela Julia:
"Marzo ventoso y abril lluvioso, llega mayo florido y hermoso".
Aunque..., hoy el tiempo ya no es lo que era y es capaz de nevar en agosto hasta en el Cairo.
En los cuadros de Olbinski, los árboles flotan como las montañas de Pandora en Avatar –la película- y quiero pensar que los árboles no nos ven como una amenaza que les obliguen a volar para evitar su aniquilación. Pero la deforestación de los pulmones naturales de nuestro planeta en el Amazonas me crea serias dudas sobre nuestro comportamiento.
En la proyección Sean Connery protagoniza a un científico biólogo –el Dr. Campbell- que después de mucho tiempo investigando en el Amazonas desarrolla casualmente una fórmula que combate el cáncer –una de las peores plagas del pasado siglo y también de este-.
A pesar de su hallazgo, no consigue repetir la estabilidad de la fórmula. Conviviendo en la selva con diferentes tribus y respetado como un Chamán o brujo curandero, recibe la ayuda de una joven analista. La cinta avanza con una espectacular fotografía y cuidados detalles sobre la vida del doctor en contacto con una naturaleza virgen y primigenia –todo ello aderezado por la maravillosa música de Jerry Goldsmith-, pero nuestro protagonista que está a punto de conseguirlo, se enfrenta a un gran e inesperado problema; NO QUEDA TIEMPO.
Grandes empresas madereras avanzan implacablemente hasta su pequeño reducto, un laboratorio de campaña, arrasando todo lo que encuentran a su paso.
Cuando por fin descubre que la sustancia que faltaba en su fórmula procede de las patas de unas diminutas hormigas, ya es demasiado tarde, porque el bosque tropical está en llamas y con él arden hasta desvanecerse todas sus esperanzas.
Rafal Olbinski
Olbinski es un catedrático de la prestigiosa Escuela de Artes Visuales de Nueva York desde 1985. Había nacido en Polonia y estudiado arquitectura en Varsovia. en el año 1982 emigró a los Estados Unidos.
Durante mucho tiempo diversas tribus y grupos étnicos de la amazonia han emponzoñado las puntas de sus dardos y flechas con sustancias venenosas y una de ellas procede de esta planta. Un poco del contacto de su jugo con la saliva o las mucosas y podríamos morir asfixiados en pocos minutos. En Sudamérica se le conoce como “mata puercos o la caña del mudo”. Muchos viveristas y horticultores minimizan o desmienten la existencia de estos riesgos con la intención de no perder un producto que aunque no es barato, se vende bien. Sin embargo si finalmente decidimos adquirir una Diffembachia deberíamos seguir ciertas precauciones en cuanto a niños y animales domésticos, una de ellas sería no colocarla en lugares de paso ni a una altura accesible.
Ahora que se ha producido tanto auge de las medicinas alternativas por sus aplicaciones desde plantas naturales; las Autoridades Sanitarias, así como la Agencia Española de medicamentos y Productos Sanitarios, publicaron en el Boletín Oficial del Estado una orden de 2004 en la que se nombran todas las plantas cuyo uso no está permitido ni como alimento ni como remedio farmacéutico. En el amplio listado se encuentra la Diffembachia.